viernes, 12 de septiembre de 2014

Síndrome de Estocolmo

Síndrome de Estocolmo
Diana Laura Reyes Vázquez
lauramanziway.blood@hotmail.com
Escuela de Psicología
Universidad de Xalapa

Síndrome de Estocolmo


El 
Síndrome de Estocolmo, según la psicología, es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado o plagiado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio. Algunas víctimas retenidas contra su propia voluntad se vuelven cómplices de sus captores y se ha dado el caso de rehenes que incluso sienten amor por ellos.
Lo padecen, además de los antes mencionados, los miembros de ciertas sectas, los niños abusados, los prisioneros de guerra, los cautivos en campos de concentración, las víctimas de violencia doméstica, las prostitutas e incluso hay estudiosos del comportamiento social, que afirman que lo padecemos todos los que vemos a nuestros gobiernos como entes bienhechores aceptando las injusticias que nos causan día a día.

Historia.

Este síndrome, nace en 1973 en la ciudad de Estocolmo, Suecia, tuvo lugar un asalto a un banco en el que los delincuentes fueron descubiertos por la policía y retuvieron a los empleados y a los clientes que habían sorprendido en el interior como rehenes durante varios días. En el transcurso de ese tiempo de negociaciones, los rehenes se identificaron con los raptores hasta tal punto que colaboraron con ellos protegiéndoles de las acciones policiales. Además, en el momento de la liberación, un periodista fotografió el instante en que una de las rehenes y uno de los captores, antes de ser él detenido, se besaban y se comprometían en matrimonio. Este hecho sirvió para bautizar como "Síndrome de Estocolmo" ciertas conductas insólitas que demuestran afecto entre los captores y sus rehenes.
Después, durante el proceso judicial, los secuestrados defendieron a los delincuentes y no declararon contra ellos, más bien aseguraron que en esos momentos se sentían más aterrados por la policía que por los atracadores.


Causas.

Este comportamiento surge debido a la presión psicológica que tiene el rehén al saberse aislado, abandonado, amenazado y quizás olvidado por la policía. En esos momentos de incertidumbre todo es angustia, miedo y confusión. Su existencia está en manos de su centinela y esta indiscutible verdad hace que germine en su ser una acción de agradecimiento por permitirle seguir con vida.
La confusión mental del plagiado hace que sus temores y los aspectos negativos de aquel que representa su único lazo con el mundo, se diluyan. Cuando estos dos elementos no están, el peligro ya no existe y la víctima se identifica inconscientemente con su agresor. Lo mismo ocurre en el caso de los niños abusados donde el agresor ha sido uno de sus progenitores o uno de sus padres putativos.
Es también muy común en los casos de violencia doméstica, donde un individuo que muestra gentileza para todos sus conocidos, es una persona violenta y manipuladora dentro de su hogar sometiendo a vejámenes y torturas a su pareja e hijos. Ella justifica este proceder, defiende a su agresor y es capaz de ver el sufrimiento de sus hijos sin que su trastorno mental le permita denunciarlo ante las instituciones defensoras de los derechos de la familia.
Hay que aclarar de nuevo, que el Síndrome de Estocolmo es simplemente algo que la víctima de un secuestro percibe, siente y cree que es razonable que sea de esa manera, sin darle mayor relevancia a la identificación misma ni sentirla como tal. Solamente los que lo ven desde fuera podrían encontrar irracional el que la víctima defienda o adopte actitudes para disculpar a los secuestradores y justificar los motivos que tuvieron para secuestrarlo. 
Para que se pueda desarrollar el Síndrome de Estocolmo los expertos del tema aseguran que es necesario que el secuestrado no se sienta agredido, violentado ni maltratado.

Se presenta en
Rasgos
Situaciones
·         Niños maltratados

·         Sentimientos positivos de la víctima hacia el abusador/controlador

·         La percepción de una amenaza a la supervivencia física o psicológica y la creencia de que el abusador llevará a cabo la amenaza.
·         Mujeres maltratadas

·         Sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación
·         La percepción de cierta amabilidad del abusador hacia la víctima.

·         Prisioneros de guerra

·         Apoyo a las conductas y sentimientos del abusador
·         Ausencia de un punto de vista diferente al del abusador.
·         Miembros de sectas

·         Sentimientos positivos del abusador hacia la víctima.
·         La percepción de la incapacidad de escapar de la situación.
·         Víctimas de incesto

·         Conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador

·         Situaciones de secuestro criminal

·         Incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su liberación o desapego


·         Prisioneros de campos de concentración


·         Relaciones controladoras e intimidantes


ü  Tanto la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
ü  Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores.
ü  La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el momento en que la víctima se identifica con los motivos del autor del delito.

Tratamiento.

Es importante que la persona que padezca el Síndrome de Estocolmo vea a un médico especialista o un psicólogo, para poder elaborar una estrategia que le permita superar esta situación. La intervención de los profesionales de la salud es fundamental en estos casos.
·         No insistas. Las personas con el Síndrome de Estocolmo no logran ver la complejidad de la situación. No intentes convencerla de lo que ocurre, ni trates de obligarla a que cambie de opinión. Simplemente habla con ella y explícale de forma tranquila tu punto de vista, debes evitar que se aleje de ti para poder ayudarla.
·         Demuéstrale cariño. Trata de demostrarle tu amor y contención. Debes transmitirle confianza para que ella no te vea como un enemigo.
·         Trata de mantener el contacto. Muchas veces, en esta situación, la persona tiende a aislarse, por ello resulta importante tratar de mantener la comunicación. Pero trata de que no se sienta invadida.
·   Tranquilidad. Muchas veces, esta situación genera impotencia. Lo importante es mantener la calma para evitar que esa persona se aleje y con ella la ayuda que le podemos dar. Debes ser paciente, ella te escuchará si le transmites confianza y comprensión.
·    Busca información acerca del tema. Con frecuencia, los centros de salud locales ofrecen asesoramiento en relación al tema y pueden ayudarte a solucionar esta situación.
·      Escucha. Si ella se siente en confianza contigo, te hablará de su situación. En estos momentos, debes mantener tus sentimientos controlados, no debes demostrarle enojo ni desesperación. Escúchala y cuando consideres necesario dale tu opinión, pero ten cuidado en la forma en qué lo haces y cómo lo dices, para evitar que se ponga a la defensiva.

Consejo: El tratamiento con un médico especialista o un psicólogo resulta fundamental en estos casos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario